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Este es el cartel de mi exposición en Ademuz «Reflejos de lo invisible». Estoy muy ilusionada de enseñar lo que hago cuando no me ven, a quienes viven en la misma zona geográfica que yo, El Rincón de Ademuz y alrededores.
Para esta ocasión he escrito lo siguiente:
«Me parece asombroso que de una simple semilla podamos hacer brotar una flor y con un montón de ellas un ramo, un bosque o una plantación de cereales. Además de los productos que nos ofrecen, las plantas embellecen nuestra vida cotidiana.
De igual manera, me sorprende la infinidad de utilidades y la hermosura de los cristales, tan presentes en nuestra vida. Sin embargo, no somos conscientes de ellos, porque son invisibles. Casi siempre son demasiado pequeños para nuestra vista.
Las piedras que encontramos en el campo, que forman las rocas y las montañas, nuestros huesos y dientes, están compuestos por cristales. También lo son los que tenemos en el azucarero, el salero, en el hielo del congelador o en las medicinas que
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José Luis Amorós Portolés es una de las personas a quien más admiro. No solo por su forma de ser y de disfrutar de la vida, también lo admiro porque era un gran científico, un docente estupendo, un maestro inspirador.
Para hacer 4º curso de Geológicas cambié de universidad porque quería hacer una especialidad en la que el Profesor Amorós me enseñase. Los motivos eran que me gustaba su libro “El cristal”, que me gustaba el mundo de los cristales y él era un experto y que sus alumnos hablaban de él con devoción.
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Me lo dieron todo hecho. Buenas amigas consiguieron en Madrid un local adecuado para hacer una exposición de un día e hicieron un cartel para anunciarla y convocaron a gente. En resumen, pusieron a mi disposición su profesionalidad y me brindaron su ayuda para que aprendiera a organizar un evento de venta y de relación con profesionales del área. Además de su inestimable compañía toda la jornada.
Todo fue muy rápido y os voy a enseñar cómo planeé la exposición y cómo quedó.
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Nunca habían volado los cristales y pasé algunos días preocupada pensando en el viaje, en el transporte, el control del aeropuerto, las dimensiones aceptadas en cabina…. Cuando los vi acomodados en sus asientos del avión con los cinturones de seguridad ajustados, me relajé completamente porque lo difícil ya había pasado. Iba a Marsella con una ilusión tremenda y sé por experiencia que allí el apoyo de antiguos compañeros y amigos no me faltaría, que siempre ha sido así. Y eso hace de ese precioso lugar uno de mis segundos hogares.
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Mientras estoy cristalizando siento míos los cristales que estoy haciendo, también cuando los monto en sus soportes. Al ponerles la urna ya no los siento míos, ya son de ellos mismos. Entonces ya puedo admirarles sin rubor, les deseo una vida larga, que sean tratados con el respeto que merecen y que allí donde vayan muestren una belleza que emocione, ilumine y sirva de recreo a quien los contemple. Es la primera despedida.
Este proceso de conseguir desprenderte de tu querida obra sucede poco a poco, no se acaba en esa despedida, porque cuando ya tienes tus trabajos listos para exponer, empieza otra etapa en la que el plást ico de burbuja, las cajas
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Hace unos meses que guardo un secreto y ahora es el momento de compartirlo: voy a exponer en uno de los lugares que más ilusión puede hacerme, en la Universidad Complutense de Madrid, donde he sido una feliz estudiante y profesora.
Una exposición refresca la imaginación, de repente las ideas de nuevas obras brotan como el agua de un manantial, no hay que sacarlas como la de un pozo. Estoy pasando unos meses estupendos y